Walking East

lucia lainz fotografo profesional santander-bodas

Un paseo por las nubes y un descenso a las entrañas de un gélido museo

 

Así podría resumir una escapada a Pirineos y una interesante visita al Museo de la Universidad de Navarra.

El título me lo dio una de las obras allí expuestas, Walking East de Hamish Fulton, un autor de los denominados walking artists, que hacen de su experiencia como caminantes, viajando por el mundo, el leit motiv de sus obras.

Supe de la existencia de este movimiento en una conversación con Javier Vallhonrat cuando vino a Santander este invierno a exponer su proyecto “La sombra incisa. Bordeando el hielo” en las Naves de Gamazo. En esa conversación también nos animó a visitar el Pirineo y nos habló del bosque de abedules cercano a su casa sobre el que se inspira su próximo proyecto. Nos sugirió también que visitáramos el Museo de la Universidad de Navarra para ver las maravillas que alberga, especialmente el archivo fotográfico de la colección, que José Ortiz Echagüe donó al museo.

 

El caso es que cuando mi amiga Inés me propuso una escapada a Pirineos en pleno mes de Julio y ante la posibilidad de huir de Santander en plena semana grande, no lo dudé un momento.

 

Así que nos fuimos las dos al Balneario de Panticosa, un par de días a tomar las aguas y sumergirnos en la paz de la montaña. Me hubiera gustado estar más días y visitar el bosque de abedules del que Javier nos habló, pero eso lo dejaremos para mejor ocasión.

 

Esta vez viajamos al este, al valle de Tena. Disfrutamos del paseo alrededor del lago, del encanto decadente de los edificios antiguos que rodean el Gran Hotel, de la habitación con vistas y los interiores restaurados por Moneo, del circuito termal a media tarde solo para nosotras y de ese aire puro que solo se encuentra en las montañas y te hace sentir tan bien.

 

Al día siguiente madrugamos para hacer la excursión al tren D’Artouste, cruzamos a Francia por el Portalet, para coger el teleférico, que te lleva al punto de salida de este pequeño tren cremallera, el más alto de Europa y disfrutar del recorrido de una hora, entre la densa niebla al principio, para luego despejar y contemplar ese paisaje de montaña y tras recorrer un sendero de piedra alcanzar el lago que se despereza entre jirones de niebla y los primeros rayos de sol a 1997m. de altura, un paseo por las nubes rodeadas de mariposas, ¡hasta una marmota se cruzó en nuestro camino!.

 

A la mañana siguiente tras completar el circuito termal del hotel nuevo, pusimos rumbo al Monasterio de San juan de la Peña, joya del Románico aragonés construido entre los siglos X y XII, situado en un enclave natural muy especial, al cobijo de una enorme mole de piedra y rodeado de bosques, un viaje en el tiempo a la alta edad media y un lugar privilegiado donde los monjes custodiaban sus códices manuscritos y otros tesoros, como el cáliz allí expuesto, no sé si réplica del Santo Grial, del que la leyenda dice que estuvo allí custodiado y fue foco de atracción para los peregrinos que recorrían esta ruta del Camino de Santiago desde Francia a Compostela.

 

La siguiente etapa de esta corta escapada fue Pamplona, para visitar el M.U.N. Tuvimos la suerte de realizar la visita guiadas por dos alumnas del Máster de comisariado de arte, que se imparte en la misma universidad y nos mostraron parte de la colección Ortiz Echagüe en las salas refrigeradas donde se conserva todo el archivo. Mucho frío y una lección magistral sobre todo lo relacionado con la conservación de los negativos, placas, y todo el material donado, así como detalladas explicaciones sobre los procesos fotográficos antiguos, en concreto sobre el utilizado por José Ortiz Echagüe, que positivaba sus fotografías en Papel Fresson, procedimiento de impresión fotográfica empleado a principios del S.XX, similar al de la impresión al carbono y utilizado por este fotógrafo desde 1906 hasta 1966, fecha en la que dejo de comercializarse y tuvo que comprar la patente para continuar empleándolo bajo el nombre de Carbondir.

 

Con esta técnica conseguía fotos más contrastadas y tonos más densos. El papel se recubría con varías capas de gelatina sensibilizada con dicromato y pigmentos de carbón y luego se procesaba mediante el lavado con agua y arena. Esto confería a las imágenes impresas esa textura granulada tan especial que se observa en ellas.

Este fotógrafo, aviador y militar, recorrió toda España, Portugal y Marruecos, fotografiando no solo las obras de ingeniería para las que era contratado, si no también el paisaje, la arquitectura, las gentes, el folklore y la cultura de todos los pueblos y etnias que encontraba a su paso.

 

Y para rematar la visita nos mostraron también la colección de arte contemporáneo de Adriana Huarte, otra donación, que se muestra en una de las salas del museo, una exquisita selección de obras de lo mejorcito del arte contemporáneo español, de Picasso a Barceló, pasando por todos los grandes pintores y escultores que esta mecenas del arte adquirió a lo largo de su vida y hoy se exponen en este maravilloso Museo obra del arquitecto Eduardo Moneo.

 

También dedicamos un rato a visitar la exposición temporal de el fotógrafo leonés Alvaro Laiz, ”The edge”, que fruto del proyecto “Tender puentes” nos muestra la experiencia artística del fotógrafo en un viaje desde el estrecho de Bering hasta la Patagonia, un recorrido a través del territorio, las diferentes etnias que lo habitan y su relación con el entorno y la impronta que dejan en el medio natural en el que viven.

 

Un verdadero placer poder contemplar las fotografías de Ortiz Echagüe, la colección de Adriana Huarte y la exposición de Alvaro Laiz, y refrescarnos física e intelectualmente en tan calurosa mañana en Pamplona.

Tan calurosa como la acogida que nos dieron todos los pamplonicas que nos acompañaron en esta breve visita.

 

Agradecer su hospitalidad y recomendar encarecidamente a todos los que tengáis la oportunidad de viajar a pamplona una visita a este Museo tan especial.

 

Muchas gracias

Lucía