Taller de Bodegones. Capítulo 2

El orden del Bodegón. De lo perecedero a lo eterno.

 

El bodegón clásico es naturaleza muerta porque hay un orden, y se caracteriza por la perennidad de lo representado. No todos representan la muerte o lo muerto, ni ello es necesario para que sean “naturaleza muerta”, pero todos sí se caracterizan por la inmovilidad y porque representan lo inmutable, aunque en realidad son perecederos y mutables.

Por eso la definición inglesa de “Still life”, desde mi punto de vista, resulta más apropiada, pues en el bodegón se representa la no-vida, lo casi muerto, lo eterno, ya que tiene la virtud de dotar de eternidad a lo más perecedero: flores, frutas, animales recién muertos. Es este rasgo de eternidad lo que hace del bodegón clásico una reduplicación, pero falsa, de la realidad.

El término Bodegón viene de bodega. En España es más humilde pues son los alimentos de la despensa, los que pintores del género como Zurbarán o Juan Sánchez Cotán representan sobre la repisa o la mesa, lo esencial, productos perecederos y algunos utensilios de cocina bastan para componer excelentes bodegones.

 

still life-bodegones-curso Lucía Laínz-santander
Zurbarán
Zurbarán
Zurbarán

 

Podría decirse que es un género en sí mismo, diferente del retrato. Aunque el retrato se parece al bodegón por la quietud, ambos son fieles al objeto representado. El bodegón es naturaleza, orden, inmovilidad y muerte, el retrato es la inmovilidad de lo vivo.

En todo buen retrato encontramos ese movimiento interior – la actitud – pese a la inmovilidad de la pose. Hay un sujeto que piensa, que siente, que vive en el cuadro a pesar de los confines del marco. En esto se distingue un buen retrato de uno malo. El mal retrato es como una naturaleza muerta, que no nos dice nada de su vida vivida, ni de su vida por vivir.

Esta es la diferencia entre el retrato y la instantánea. En la segunda se capta el momento, en el primero se plasma la perennidad. El buen retrato refleja la actitud, que es lo móvil y a la vez lo propio de alguien. Y esto sólo es válido para el bodegón o el retrato clásicos, que aspiraban a reproducir fielmente la realidad en el que el artista se fijaba.

Con la aparición de la fotografía y a partir del impresionismo, “no hay una posibilidad de objetivación de la realidad, sino sucesivas e infinitas percepciones de cualquier realidad”

El mínimo objeto, la silla de enea de Van Gogh, por ejemplo, es su silla, la silla que solo él puede percibir así. Y por eso nos interesa.

 

Van gogh
Van gogh

 

De ahí la broma de Magritte cuando representa una pipa y escribe debajo:

“Ceci n’est pas une pipe”, es un cuadro

 

Magritte
Magritte

 

A partir de aquí el arte se aleja de la realidad, no da cuenta de una realidad objetiva que aprehender. Hay tantas realidades como sujetos y las formas de plasmarlas son infinitas y subjetivas.

Así que partiendo de que no hay más realidad que la vivida, la percibida, la traspasada por el sujeto perceptor, una flor, una manzana, un pájaro muerto o una jarra son también “cosas mentales”, como decía Leonardo Da Vinci “La pintura e cosa mentale”.

Y lo mismo sucede con la fotografía, son visiones como las de cualquiera ante un paisaje, una calle, un insecto. Y esto es válido para cualquier artista, fotógrafo, músico o poeta. Así, no se trata ya de duplicar la realidad. En el bodegón contemporáneo el objeto puede no tener la atemporalidad del bodegón clásico. Ya no se trata de imitar la naturaleza, sino de hacer historia, esa historia minúscula, conmovedora, del mínimo objeto que fue para alguien, un objeto de uso, algo personal, (Bill Viola o Chardin) con su propia historia capaz de transmitir alguna emoción o provocar algún sentimiento en el espectador que lo contempla.

 

Chardin
Chardin

 

Tras compartir con vosotros estas reflexiones sobre el bodegón y el retrato de Carlos Castilla del Pino, vuelvo a centrar la atención en la fotografía y más en concreto en algunos fotógrafos contemporáneos que se han especializado en el género del bodegón, pero esto da para otro capítulo, que abordaremos en nuestra próxima entrada del blog.

Espero que os haya resultado interesante, y si queréis hacer algún comentario, estaré encantada de recibirlos a través de la web.

Gracias y hasta pronto.

Lucía Laínz