
Por mayo era por mayo, mes de las flores, el mes en el que me tocó nacer hace ya cinco décadas. Y este año para celebrar mi cumpleaños mis hijos me han regalado un objetivo Nikkor 105mm macro f/2.8 y me han hecho feliz.
Desde el confinamiento pandémico, para hacer mas entretenida la encerrona, comencé a indagar sobre el bodegón en la fotografía, preparé algún post en este blog sobre el tema y empecé a practicar un poco en casa haciendo algún ejercicio de naturaleza muerta o still life, como dicen los ingleses, que suena mucho mejor.
Un arte en apariencia sencillo, pero mucho más complejo cuando intentas abordarlo.
Muchas veces me encontraba con el problema de que el objetivo con el que trabajaba, un Nikkor 85mm f/1.8, mi favorito para retrato, no me permitía acercarme lo bastante cerca a los objetos que quería fotografiar, así que empecé a mirar en páginas de segunda mano buscando un buen macro a un precio asequible, pero no encontré nada que me convenciera. Terminó el confinamiento, volvimos a salir a la calle y se me pasó la fiebre del bodegón.
Tenía ganas de naturaleza, paisaje, aire libre y empecé a fotografiar jardines, un tema que siempre me ha gustado. Nunca pierdo la ocasión de visitar los jardines botánicos y los parques de las ciudades a las que viajo. Los últimos han sido los de Bérgamo y Milán, merecen una visita.
También visité hace poco dos jardines históricos, que no conocía, ambos se encuentran en Madrid: la Quinta de los molinos y los Jardines Sabatini, éstos últimos en un día de intensa lluvia en el que solo me crucé con los jardineros del Palacio Real y disfruté a tope recorriendo en soledad esta maravilla en pleno centro de la Villa.
Comentando el tema con un amigo fotógrafo, me advirtió que me estaba embarcando en un proyecto bastante complicado, pues fotografiar bien un solo jardín requiere múltiples visitas a lo largo del año. Si además queremos abarcar unos cuantos, puede ser un trabajo muy interesante, pero hay que dedicarle mucho tiempo. Así que, sin descartar que en el futuro pueda retomar este proyecto, he pensado que debo centrarme de nuevo en la fotografía de bodegones y más en concreto en la de flores y plantas.
Como además tengo la suerte de tener una hermana paisajista y florista, que me provee de buenos especímenes para fotografiar en su taller de La Silvestre, pues acabo de iniciarme en el apasionante mundo de la macrofotografía botánica, en el que aún estoy muy verde, pero del que, poco a poco voy aprendiendo algunas normas básicas que todo fotógrafo de naturaleza, viva o muerta, debe observar.
La primera, que además de un objetivo macro necesito un buen trípode para poder realizar largas exposiciones cuando la situación lo requiera.
La segunda que tampoco me vendrá mal un cable disparador, para evitar vibraciones, aunque también puedo utilizar la opción de subir espejo o recurrir al disparo retardado con el temporizador de la cámara.
En tercer lugar, que sí quiero destacar la belleza formal de las flores y plantas, será fundamental elegir el fondo adecuado. Si es en interiores me vendrá bien un fondo liso de color negro o gris, situado un poco alejado de la fuente de luz, normalmente puerta o ventana, ya que prefiero la luz natural. Un reflector, para rebotar la luz natural y conseguir mas detalle en las sombras, si estamos en interiores, y para suavizar las luces duras cuando estemos en exteriores.
En cuarto lugar, daremos prioridad al diafragma, abriendo tanto como sea posible y situándonos a la menor distancia focal que permita nuestro objetivo, para conseguir la mayor nitidez en el punto de enfoque y que los planos de fondo o anteriores a la zona de interés queden más difusos.
Si estamos trabajando en exteriores siempre será mejor la luz del amanecer. A esas horas el viento suele estar en calma y si hay algo de rocío es otro elemento añadido que puede dar buenos efectos.
Si el día está nublado, las propias nubes serán nuestro mejor difusor y los colores tendrán más fuerza.
Por último, lo más difícil de todo, cuidar la composición, probar con distintos encuadres y variar el punto de vista, hasta conseguir la toma deseada.
Y aquí ando cuando tengo un rato libre experimentando con mi macro y las flores, que ahora están en su mejor momento, ese momento experimento y me divierto, pero soy consciente de que queda mucho por aprender y para ello busco inspiración en grandes fotográfos que destacaron en estas lides como Irving Penn, Imogen Cunningham, Karl Blossfeldt o Richard Maplethorpe.
También encuentro referentes más actuales como Pilar Pequeño, cuyos bodegones de flores y plantas me encantan.
Y en Instagram sigo algunas cuentas de fotografía de flores como la de @katescottstudio, que escanea directamente las flores y luego las retoca en Photoshop consiguiendo unos acabados espectaculares.
También me gustan las composiciones florales de @simplybyarrangement o los bodegones clásicos de @carolien_van_schie_fotografie
Aquí sigo practicando fotografía macro, cuando no estoy haciendo retratos o reportajes y eventos sociales, porque me gusta la fotografía en cualquiera de sus múltiples variedades, y cada día aprendo algo nuevo que me gusta compartir en este blog.
Espero que os gusten mis últimas fotos de flores y os ánimo a probar la macrofotografía, un mundo apasionante en el que acabo de iniciarme.
Gracias por estar ahí.
Lucía Laínz